La mayoría de las empresas en México han sido sensibles al problema que enfrentamos derivado de la pandemia por COVID. La diversidad de giros de negocio le planteó retos diferentes a las empresas. Algunas se vieron obligadas a suspender sus actividades durante varios meses, otras funcionaron al 100% y otras lo hicieron de manera paulatina. Se debe reconocer que el seguimiento a las recomendaciones del gobierno ha sido ejemplar y es casi un estándar el encontrarse con medidas de seguridad cuando un cliente acude a un punto de venta o servicio. En México, el impacto de la pandemia llegó a una meseta, pero no se detuvo y el evidente incremento de contagios en el Mundo da muestras de una segunda ola… ¿estamos listos?

La empresa mexicana ha hecho muy bien en contar con protocolos hacia el interior de su operación. Desde horarios intercalados, personal que trabaja desde sus hogares, uso de mascarillas, tapetes desinfectantes y cuidar la sana distancia, entre otros.

En contraste, vemos que la población en general circula en las calles con cada día menor protección y compromiso ante la situación. Podemos decir que cierta medida esto es una adaptación poblacional a una “nueva normalidad natural” de la población no planeada o prospectada. Las personas estamos cansadas del encierro y los cuidados. No vemos que pase nada o hemos perdido el miedo. Se puede tratar de una “fatiga de miedo” similar a la fatiga olfativa que sucede después de estar expuestos por un tiempo a un olor fuerte y desagradable. Los sensores olfativos nos advierten de un posible peligro de la misma manera que el miedo mismo nos invade cuando percibimos algo que nos ponga en riesgo. Ambos se desvanecen cuando el verdadero peligro no aparece. La idea inconsciente es que no corremos peligro o que somos inmunes y “no nos va a dar”.

Los indicadores del gobierno mexicano han llevado el semáforo de advertencia hacia niveles de preocupación en varias entidades del país. Hoy Chihuahua esta nuevamente en semáforo rojo y otras entidades están subiendo el color de advertencia, incluida la CDMX. Si los pasados meses de encierro y permanencia en casa afectaron fuertemente a la economía de las personas y las empresas, una segunda ola puede ser mucho más devastadora.

No es mi intención discutir las estrategias del gobierno ante el COVID. Ya muchos lo han analizado con perspectivas favorables y negativas, y el lector, con seguridad tiene su propia opinión. Lo que sí creo es que es momento de considerar nuestras opciones y me parece que las empresas pueden tener un impacto positivo muy importante en estos momentos.

Lo que está en riesgo es la operación empresarial, los canales de suministro a nivel nacional. De nada sirve que una entidad esté en semáforo verde o naranja si otras entidades están cerradas a la operación. La operación de las empresas no está circunscrita a una entidad, sino que se tienen operaciones a nivel país.

Mientras que las recomendaciones del Gobierno, son eso, una recomendación de seguridad, las indicaciones de una empresa son indicaciones que el trabajador debe tomar como un mandato. El ciudadano puede decidir no usar una máscara protectora en la calle o seguir otras indicaciones como quedarse en casa, pero el empleado no puede decidir no usarla en el lugar de trabajo. Las indicaciones de seguridad, comportamiento y actitud pronunciadas hacia el interior de una empresa suelen trascender el espacio de trabajo. Es muy sabido que la creación de una cultura inclusiva, de seguridad y orden, de respeto e integridad en una empresa son llevadas por el trabajador a su ámbito familiar y social. Se convierten en una forma de ser del trabajador. Y es precisamente esto lo que puede ser de gran relevancia en estos momentos.

Muchas empresas han actuado de manera responsable hacia el interior de su operación, pero han dejado en manos del gobierno el manejo de la pandemia a nivel de la sociedad. Muchas empresas han manifestado su desacuerdo con varias de estas medidas o los resultados que el gobierno entrega en relación a la data que se tiene de los casos y decesos derivados de la pandemia, pero no han mostrado interés en participar de manera más activa.

Sin embargo, el interés y gestión de las empresas en temas sociales se ha hecho cada día más activo en temas que representan algún interés para cada organización. Los programas de género y sustentabilidad son bandera importante de muchas empresas con actividades y campañas de comunicación que trascienden el ámbito de las empresas. La comunicación de estos programas y la generación de consciencia hacia la población es muy activa e intensa en estos temas, ¿por qué no en relación al COVID que tanto afecta la actividad empresarial?

Es en el propio interés de las empresas, la sociedad y las personas que este esquema sea una manera de apoyar la situación que vivimos hoy en día para evitar un mayor daño producido por la pandemia en México. Las empresas tienen la oportunidad de crear una campaña COVID Safe que impulse una cultura de seguridad ante la pandemia. Es momento de que comuniquen a su personal y a la sociedad en general la información adecuada de cómo apoyar y contribuir en el ámbito social y que se muestren como marcas activamente interesadas y conscientes de este tema tan prioritario hoy en día. Las empresas saben cómo hacerlo y hacerlo muy bien. Hoy pueden hacer una diferencia muy significativa si se enfocan en comunicar la importancia que tiene el que todos colaboremos para evitar un mal mayor. Y sobre todo, que sea una campaña dirigida hacia los jóvenes que son el segmento de la población que se aprecia menos sensibilizado al problema.

Me gustaría mucho escuchar sus comentarios sobre esto, sobre todo de las personas que laboren en empresas con programas sociales y saber si existe interés en una campaña de este tipo o no, y por qué lo harían o no…